Volver a deshacerme en tinta y sudor,
cae
cuando me deslumbro tu alma
Rebelde Luminar
Yo juego un día blanco,
Él juega un día negro.
Yo avanzo con un sueño,
Él me lleva a la guerra.
Él me ataca los pulmones,
Yo pienso un año en el hospital,
Hago una combinación brillante
Y le gano un día negro.
Él juega una desgracia
Y me amenaza con el cáncer
(Que por ahora anda en forma de cruz),
Mas yo le pongo por delante un libro
Y lo obligo a una retirada.
Le gano otras cuantas piezas,
Pero mira, la mitad de mi vida
Está fuera de juego.
Oh, le daré jaque a tu rey y perderás el optimismo,
Me dice él.
No es nada, bromeo yo.
Pues hago el enroque de los sentimientos.
Detrás de mí la esposa, los hijos,
El sol, la luna y otros mirones
Tiemblan ante cualquier jugada mía.
Yo enciendo un cigarrillo
Y sigo la partida.
Marin Sorescu
Largo es el arte; la vida
en cambio corta
como un
cuchillo.
Pero nada ya ahora
—ni
siquiera la muerte, por su parte
inmensa—
podrá
evitarlo:
exento, libre,
como
la niebla que al romper el día
los
hondos valles del invierno exhalan,
creciente
en un espacio sin fronteras,
este
amor ya sin mí te amará siempre.
Moriré de un cáncer
en la columna vertebral
Sucederá en una noche horrible
Clara,
caliente, perfumada y sensual.
Moriré de podredumbre
De
algunas células poco conocidas.
Moriré por una pierna
arrancada
Por una rata gigante salida de un agujero gigante.
Moriré de cien heridas
Porque el cielo caerá
sobre mí
Y se romperá igual que el vidrio.
Moriré
a causa de un grito
Que hará estallar mis tímpanos.
Moriré
por magullamiento
Apaleado a las dos de la madrugada
Por
matones calvos, indecisos.
Moriré sin darme cuenta que
muero,
Enterrado bajo las ruinas secas
De mil metros de
algodón hundido.
Moriré ahogado en aceite sucio,
Pisoteado por bestias indiferentes
Y, poco después, por
bestias diferentes.
Moriré desnudo, o vestido de tela
roja
O metido en un saco lleno de hojas de afeitar.
Moriré
quizá sin haberme puesto
Barniz en las uñas de los dedos de
los pies.
Y con las manos llenas de lágrimas.
Y
con las manos llenas de lágrimas…
Moriré cuando me
despeguen
Los párpados bajo un sol rabioso,
Cuando me
digan lentamente
Maldades al oido.
Moriré de ver
torturar a niños
Y a hombres asombrados y pálidos.
Moriré
roído vivo
Por los gusanos.
Moriré con las manos
atadas
bajo una cascada.
Moriré ardiendo en un
incendio triste.
Moriré un poco, mucho.
Sin
pasión,
pero con interés.
Y luego, cuando todo haya
terminado…
Moriré.
Boris Vian
Detalle del Beso de Auguste Rodin |
Aquel último beso aún hace eco
desde que tu ausencia es todo lo que tengo.
Aquel último
beso aún alimenta el silencio de mis noches vestidas de
invierno.
Aquel último beso aún se aferra a las cenizas
de recuerdos que alguna vez ardieron.
Aquel último beso
aún se hospeda en mis sueños y en el vestigio de un verso.
Aquel
último beso aún ilumina la obscuridad de mi desvelo y las huellas
de tu cuerpo.
Aquel último beso aún agoniza entre las
páginas de un cuento que nunca fue nuestro.
Aquel último
beso aún me dice que nada es eterno y que el amor es un poema sin
dueño.
Roberth Kingsman
Solo quedará el cuchillo, que masticaremos con enferma paciencia...
Rebelde Luminar
Aqui hay sombras:
Juegan a ser autenticos y no saben.
Intercalan visitas dudosas
en su laberinto por demas oneroso,
de sonrrizas vanas
de abrazos borrosos
de empatias soterradas
extraviados en espinas de soledad.
Mas,
simulan,
que es
lo único
que saben hacer,
lo único
que son.
Rebelde Luminar